La invasión de los ladrones de
cuerpos
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Vuelvo a la ciencia-ficción en
versión cinematográfica.
Bajo este algo estrambótico
título, cuya traducción del original no se permite grandes licencias, se oculta
una película que causó en mí una impresión jamás borrada de mi memoria y
probablemente nunca igualada.
Es ciencia-ficción y es terror,
pero no muestra los arquetipos habituales de ninguno de estos géneros: no hay
tecnología, ni naves espaciales, ni monstruos, ni grandes sustos y sobresaltos.
Ni siquiera hay sangre, pero en el adolescente que yo era cuando la vi provocó
un miedo absolutamente sobrecogedor, angustioso, incluso fascinante si se me
permite. Es exactamente así como la recuerdo, con respetuoso e inquietante
miedo.
Al contrario que la otra película
de la que hable con anterioridad, esta sí es un filme de serie B, pero
absolutamente imprescindible. Para mí es una demostración de cómo es posible crear
una obra más que digna sin que el presupuesto sea un condicionante absoluto. De
nuevo estoy hablando de una película de los años 50, así que vuelvo a apelar a
la generosidad contextual.
Aunque las tentaciones de
comentar dos o tres escenas claves son grandes, pues están grabadas a fuego en
mi mente, sigo en mi empeño de no destripar las obras sobre las que estoy
escribiendo. Lo dejaré entonces en que desde su comienzo, bajo una agradable
estética, se va creando una atmósfera inquietante que va in
crescendo, de forma que se respira de principio a fin un clima de tensión
desbordante, estremecedor, casi asfixiante. La desconfianza se convierte en un
arma de supervivencia.
Las interpretaciones de los
protagonistas, desconocidos en ese momento, son impecables y su por aquel
entonces poco experimentado director, Don Siegel, demuestra claramente su
talento general en el filme.
La idea de contar la historia en
modo flashback es bastante obviable en mi opinión pero, al parecer, le fue impuesta al director para suavizar algo el final. No es una
deficiencia suficiente como para siquiera enturbiar esta, para mí, obra maestra
del cine fantástico.
Fruto de la adaptación de una novela
corta por entregas de Jack Finney, esta película tiene al menos tres remakes que
yo conozca, siendo sólo destacable el protagonizado por Donald Shuterland, La invasión de los ultracuerpos, rodada unos
veinte años después.
Para mí esta siempre será "la película de
las vainas".
Buenas tardes desde Arcoíris
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