Cita con Rama
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Se engloba en la llamada ciencia-ficción dura (hard), que
viene a ser un subgénero en el que hay una razonable concordancia y
justificación, en lo que se narra, con la leyes de la física.
En esta novela lo relevante no son los personajes,
prácticamente planos, sino los escenarios fantásticos. Esa falta de profundidad
psicológica en los personajes es, por otra parte, bastante habitual en los
relatos de su autor, Arthur C. Clarke.
Cuando leí este libro no era poca la ciencia-ficción que
conocía y, sin embargo, lo que leía era nuevo para mí. No era ya que el
tratamiento descriptivo fuera bueno, que lo era y mucho (y eso que acostumbro a
saltarme de un rápido vistazo los párrafos descriptivos pues, aparte de
situarte, suelen ser puro relleno), sino que el margen para desbordar la
imaginación era inusitado para mí.
Al contrario que en el libro que inauguraba esta serie de
entradas en el blog, aquí la condición humana es irrelevante (más de uno lo
considerará un defecto en la novela), pero es que no es eso lo que se persigue.
Es un libro para el asombro, una oda a la exploración y a la curiosidad
científica, un vistazo a las posibles maravillas de lo desconocido. No necesita
nada más.
No llevo idea de releerlo porque tengo miedo de que los años
pesen en él, y en mí, hasta el punto de que ya no me parezca lo que me pareció.
No es siempre bueno mirarse al espejo tantos años después.
"...el tiempo es desesperadamente corto. Rama es un
huevo cósmico, incubado por los fuegos del Sol. Puede abrirse en cualquier
momento".
No existe aún versión cinematográfica, aunque ha habido
algunos conatos. Aún con el poderío informático de hoy en día, parece que nadie
se atreve a abordarla. También es cierto que la ciencia-ficción dura es menos
vendible al séptimo arte.
Las secuelas, en las que interviene otro autor, sólo para
incondicionales.
Buenas tardes desde Arcoíris.
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