Flash Gordon
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Sí, voy a osar hablar de un comic, pero no de uno
cualquiera.
La figura de Flash Gordon guarda muchos de los recuerdos de
mi infancia y adolescencia y es este personaje gráfico el causante más
probable, aunque evidentemente no único, de mi afición a la ciencia ficción y,
en general, a la ciencia.
Creado, como página dominical, nada menos que en 1934, por
Alex Raymond, y continuado posteriormente por otros dibujantes como Austin
Briggs y Mac Raboy (éste con un estilo muy personal y diferenciador del resto),
no es hasta la llegada de Dan Barry en los años 50 cuando se convierte en un
verdadero personaje de ciencia ficción puro. Es este Flash Gordon el que conocí
inicialmente y el que más me gusta, con diferencia.
Si para mí resultaba fascinante la proyección futurista del
personaje, no puedo imaginarme lo que debían pensar los jóvenes, y no tan
jóvenes, treinta años atrás.
La cantidad de imaginación que desbordan las tiras es
impresionante y en esto hay que reconocer más mentes en los guiones que la del
propio Barry.
Es difícil para alguien que no sea un verdadero experto, y
yo no lo soy, discernir sobre qué ideas son totalmente originales y cuales
tienen antecedentes previos, pero desde luego hay muchas en este comic que
después he visto reflejadas de una forma u otra en otros soportes. Los
extraterrestres que adquieren forma humana para pasar desapercibidos, la
teletransportación, los replicadores de materia, transferencias de mente, seres
con capacidad multiforme, la antigravedad, etc, son algunas de ellas.
En cuanto a los escenarios y, en general, los detalles en
las historias, son tan espectacularmente diversos que parece una imposibilidad
transmitir las sensaciones que me provocaba, y que aún lo hace, su lectura
gráfica.
Árboles que atrapan animales proyectando imágenes prestadas
de sus mentes, duchas que hacen invisible, meteoritos de antimateria, ventanas
a otras dimensiones, viajes en el tiempo, delfines que hablan, prisiones
satélite, rayos que hacen atravesar las paredes dejándolas intactas, batisferas
con paredes que se hacen transparentes, mares de fuego, personajes mitológicos,
rayos pacificadores, circos interplanetarios, drogas que quitan el valor,
hombres mariposa, poderes psíquicos, arcas espaciales, la Atlántida, Ganímedes,
Júpiter, Marte, la Luna, máquinas ilusorias, la perrita Laika, etc, etc, etc.
No acabaría nunca...
Y todo ello con una estética, a mis ojos de entonces,
insuperable.
Ciencia ficción cómo nunca se había visto, y no
especialmente superada después.
Buenas tardes desde Arcoíris.
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