Saga de la Fundación
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El turno es para Isaac Asimov, el
escritor favorito de mis años juveniles. De él creo haberme leído, de manera
ávida al principio y más pausada después, gran parte de su obra de
ciencia-ficción y un puñado de sus libros de divulgación (en la que, desde
luego, tampoco es que se quede atrás). No consigo entender cómo, pero escribió
más de 500 libros en menos de 50 años desde su primera publicación. Un promedio
de un libro al mes, ver para creer.
Aunque con el paso de los años
llegó a saturarme un poco, Asimov es, indudablemente, uno de los más grandes
escritores de ciencia-ficción de todos los tiempos. En su honor se le dio su
nombre a un asteroide y a un cráter de impacto en Marte.
¿Y qué decir de la Fundación?.
Aunque de eso hace cincuenta años, la trilogía inicial (Fundación, Fundación e
Imperio y Segunda Fundación)
recibió el honor de ser considerada la mejor saga de ciencia-ficción de todos
los tiempos, en disputa directa con la del Señor de los Anillos.
No quedó el asunto en una
trilogía, extendiéndose la historia en dos secuelas y dos precuelas, amén de
otros libros y de muchos relatos previos que el escritor fue con el tiempo
intentando unir argumentalmente. Es por ello que, aunque haya titulado esta
entrada como saga, puede hablarse de un verdadero universo de la Fundación (o
de Asimov si se quiere). De hecho se suelen considerar tres series o ciclos dentro
de este universo, pero yo me centraré principalmente en uno de ellos, el
llamado Ciclo de la Fundación o de Trántor, que vendrían a ser los últimos libros
cronológicamente hablando (no por fecha de publicación).
Se ha de decir que al margen del
hilo argumental (que se mueve considerablemente, tanto en el espacio como en el
tiempo, cambiando de personajes y escenarios de forma casi vertiginosa), hay
algunas cosas que son especialmente destacables en esta saga, ya sea por su
originalidad o por su trasfondo:
-El concepto de psicohistoria
como una ciencia predictiva fundamentada en el comportamiento colectivo, la
estadística y la probabilidad. Tratando al futuro como si de un problema de mecánica
de fluidos se tratara, Asimov une las ciencias físicas con las sociales y, milagrosamente,
sobrevive al intento. La psicohistoria resulta desde el principio lo
suficientemente creíble como para seguir leyendo, aunque reconozco que siempre
me chirrió un poco.
-La Enciclopedia Galáctica: el compendio
del saber humano, lo que quería ser la Biblioteca de Alejandría, lo que
quisiera ser la wikipedia. Siempre inacabada, se usan sus citas como recurso
literario y tiene su origen en la pretendida idea de que un sumario de los
conocimientos de una civilización en un determinado momento le permitiría, en
caso de regresar por los motivos que fuera a situaciones de barbarie, acortar
los tiempos de su recuperación.
-Aunque la inteligencia artificial
es patente de una forma u otra en todas las novelas (lo que no podría ser de
otra forma viniendo del creador del término "robótica" y de sus tres
famosas leyes), no se consideran inteligencias alienígenas, aunque sí vida
extraterrestre, lo que es una combinación que resulta difícil de aceptar bajo
una concepción lógica y racional.
-La Tierra es, durante la
trilogía original, solo una imagen en la mente de la humanidad. La mera
existencia del planeta original se considera una idea romántica y su localización
se ha perdido en el transcurso de los milenios. En las secuelas su relevancia
será absoluta.
En fin, además de haber prometido
no desvelar tramas, en este caso sería un esfuerzo baldío hacer siquiera un
resumen que pudiera sintetizar tal creación, por lo que no me siento tentado en
absoluto de hacerlo, a sabiendas de que me dejo muchísimas cosas en el tintero.
Sirva decir que, aunque años después encontré obras tan atractivas y complejas
en su contexto como ésta, hasta ese momento nunca me había topado con algo tan vasto
en su definición. No podía dejar de leer.
"¿Cuándo puede saber un
hombre que no es un títere? ¿Cómo puede saber un hombre que no es un
títere?"
Aún sueño alguna vez con El Mulo.