sábado, 14 de agosto de 2010

El periplo odiseico de Perseo (V)


Mientras regresaba absorto en sus pensamientos, no se percató de que del zurrón caían gotas de sangre que, al llegar al suelo del desierto que sobrevolaba, se convertían en serpientes venenosas como las que tenía Medusa por cabellos.

Después, Perseo se encontró con el gigante Atlas, castigado por Zeus a soportar eternamente el peso de la cúpula celeste.

Apiadándose de su desdicha, mostró al coloso la cabeza de Medusa, convirtiéndolo en la montaña de piedra que, desde entonces, llevan su nombre.


Buenas tardes desde Arcoiris.

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