sábado, 7 de agosto de 2010

Diarios de gente perdida (II)


Diario de un solitario:

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Cuando mi arrogancia hace un descanso en su labor desintegradora, llego a comprender, por un fugaz instante, que tal vez el resto de la raza humana tiene algo que aportarme.
Mi intelecto se estremece y mi corazón renueva sus ya olvidados movimientos.
Entonces miro al mundo con los transparentes ojos de la humildad y acepto mi particularidad dentro de la diversidad.
Cuando ese breve momento se esfuma, todo se hace más sencillo.


Buenas tardes desde Arcoiris.

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