sábado, 14 de agosto de 2010

El periplo odiseico de Perseo (IV)


Allí encontró durmiendo a las tres gorgonas.

Aunque Perseo llevaba el casco que le confería invisibilidad, Medusa, gracias a su olfato, se despertó al detectar su presencia.

Cuidando de no mirarla directamente, haciéndolo sólo a través de los reflejos en su pulido escudo, fue capaz de cortarle la cabeza con la ayuda de la hoz que le había dado Hermes. De la sangre vertida nacieron Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el gigante de la espada de oro.

Perseo metió la cabeza cortada en el zurrón y escapó volando con sus sandalias, mientras las hermanas inmortales de Medusa lo buscaban sin éxito gracias a su invisibilidad.

Triunfante en su propósito, emprendió el camino de vuelta.

Su aventura aún no había terminado...


Buenos días desde Arcoiris.

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