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El cielo hoy en día lo dividimos en 88 partes. Ni una más, ni una menos.
Estas partes, como países en un continente, tienen fronteras perfectamente delimitadas, de manera que cualquier astro necesariamente tiene su "nacionalidad", o bien su "residencia", en alguno de esos "paises", según permanezca en su hogar o sea un viajero incansable.
Son las constelaciones, si bien ese nombre se da también a la agrupación "oficial" de estrellas en esas zonas, unidas con líneas imaginarias. Digo oficial, porque muchas de las agrupaciones con nombre propio no son constelaciones completas (aceptadas).
Cuando esto ocurre se les llama asterismos.
La artificialidad en estas agrupaciones determina que, a lo largo de la historia, en el cielo hayamos visto representadas figuras y objetos de todo tipo, de acuerdo a la cultura imperante en cada momento. Incluso iguales asterismos han recibido nombres distintos.
Esa zonalidad, además, es también un espejismo, pues al simplificar la representación del cielo a dos dimensiones (plano dividido en 88 partes), estrellas y objetos estelares pertenecientes a una misma constelación no son, en general, ni mucho menos vecinos, espacialmente hablando.
Las primeras clasificaciones serias se deben a los griegos, que ensamblaron tradiciones más antiguas como la mesopotámica, la minoica o la egipcia, y es por ello que muchas de las constelaciones del hemisferio norte tienen que ver con sus mitos y su cultura.
Un buen ejemplo de ello son las constelaciones o asterismos que tienen que ver con las aventuras y desventuras de nuestro amigo Perseo.
Así, en el firmamento están representados, con cierta proximidad (sin perder de vista lo que significa proximidad en este contexto), el propio Perseo, su amada Andrómeda (que, además de a un asterismo, da nombre a una galaxia entera), sus suegros Casiopea y Cefeo, el caballo alado Pegaso y, algo más alejado, el malogrado monstruo marino Cetus (Ballena).
Esa parte del cielo es sinónimo de aventura y grandeza.
Estas partes, como países en un continente, tienen fronteras perfectamente delimitadas, de manera que cualquier astro necesariamente tiene su "nacionalidad", o bien su "residencia", en alguno de esos "paises", según permanezca en su hogar o sea un viajero incansable.
Son las constelaciones, si bien ese nombre se da también a la agrupación "oficial" de estrellas en esas zonas, unidas con líneas imaginarias. Digo oficial, porque muchas de las agrupaciones con nombre propio no son constelaciones completas (aceptadas).
Cuando esto ocurre se les llama asterismos.
La artificialidad en estas agrupaciones determina que, a lo largo de la historia, en el cielo hayamos visto representadas figuras y objetos de todo tipo, de acuerdo a la cultura imperante en cada momento. Incluso iguales asterismos han recibido nombres distintos.
Esa zonalidad, además, es también un espejismo, pues al simplificar la representación del cielo a dos dimensiones (plano dividido en 88 partes), estrellas y objetos estelares pertenecientes a una misma constelación no son, en general, ni mucho menos vecinos, espacialmente hablando.
Las primeras clasificaciones serias se deben a los griegos, que ensamblaron tradiciones más antiguas como la mesopotámica, la minoica o la egipcia, y es por ello que muchas de las constelaciones del hemisferio norte tienen que ver con sus mitos y su cultura.
Un buen ejemplo de ello son las constelaciones o asterismos que tienen que ver con las aventuras y desventuras de nuestro amigo Perseo.
Así, en el firmamento están representados, con cierta proximidad (sin perder de vista lo que significa proximidad en este contexto), el propio Perseo, su amada Andrómeda (que, además de a un asterismo, da nombre a una galaxia entera), sus suegros Casiopea y Cefeo, el caballo alado Pegaso y, algo más alejado, el malogrado monstruo marino Cetus (Ballena).
Esa parte del cielo es sinónimo de aventura y grandeza.
Sin olvidar nunca a Orion, mi constelación favorita (cuestión esta en la que no soy especialmente original), esta zona se lleva la mayor parte de mis miradas a la cúpula celeste.
Buenos días desde Arcoiris.
Buenos días desde Arcoiris.