jueves, 22 de abril de 2010

Somos polvo de estrellas

Tras esta poética frase de Carl Sagan se esconde una realidad física no siempre bien conocida.

El Universo, entendido como conjunto de todo lo que existe, tiene una composición misteriosa en su mayor parte.

Aún haciendo distinción, con el permiso del señor Einsten, entre materia y energía, nos encontramos con que lo conocido supone sólo un 4% del total de esa materia y energía. El otro 96% se lo reparten una materia y energía a las que se ha tenido a bien añadirles el apellido de "oscuras", lo cual ya da una idea del misterio que encierran.

Pues bien, dentro de ese insignificante porcentaje que supone el universo conocido, el hidrógeno y, en menor medida, el helio, son los reyes atómicos indiscutibles. El resto de átomos apenas pueden considerarse una traza entre ellos. En esas "trazas" se encuentran los componentes de los planetas y los nuestros.

La simplicidad domina en el todo.

Por si esto sólo no fuera suficiente para eliminar de nuestros pensamientos cualquier sentimiento narcisista, resulta, además, que los átomos que nos componen no son precisamente originales en su creación, sino productos residuales del fuego estelar.

Para continuar existiendo, las estrellas van sacrificando su hidrógeno y su helio en sucesivas etapas de fusión nuclear, produciendo núcleos más pesados.

En su decadencia, las estrellas no se comportan todas igual y, en consecuencia, su final tampoco es el mismo. Aquellas que no son egoístas, terminan su existencia en una jubilosa explosión que proporciona materia pesada al medio interestelar.

De ese polvo de estrellas están hechos nuestros cuerpos.

Hasta el último átomo de tu organismo estuvo alguna vez encendido en el Universo.

Buenas noches desde Arcoiris.

1 comentario:

  1. Vaya, vaya con el Universo...así que somos producto de "polvo de estrellas".....

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