viernes, 16 de abril de 2010

Hijo (II)

Su resistencia hacía lo instaurado era llevada a límites poco razonables, si es que algún límite puede considerarse razonable.

Nunca lloraba pero, seguramente, nunca sería feliz. La felicidad es patrimonio del desconocimiento y él, irremediablemente, sería esclavo de la inexistente verdad absoluta, la fútil consciencia personal y la banal realidad existencial.

El "ya crecerá" era la frase perfecta para encubrir lo inevitable. El choque con el universo era un hecho cierto aún antes de haber ocurrido.

Sin hipocresía ni condescendencia.

Con la crudeza de la verdad y el egoísmo de los pensamientos.

La Lógica venciendo sobre todo lo demás.

Es la muerte de la sociabilidad. La verdad absoluta nunca hizo libre a nadie, ni le dio amigos.

Miguel aún no entendía eso; tal vez nunca lo haría...


Buenos días desde Arcoiris

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