viernes, 3 de mayo de 2013

Viaje sin retorno



Hace poco me comentaban la iniciativa de una empresa holandesa para establecer una base permanente en Marte. Suena a risa que alguien decida emprender una hazaña que ni siquiera está aún al alcance de la NASA, pero la idiosincrasia humana da para mucho, y no quiero adelantarme...

Pese a que los plazos que se han establecido parecen poco realistas, lo que llama la atención son las circunstancias que rodean al proyecto y sus implicaciones sociológicas.

Por un lado, tenemos un viaje de muchos meses en condiciones de hacinamiento. Unas condiciones de vida en ambiente hostil, bajo mínimos, con espacio infrarreducido, comida desnaturalizada y, uf, en convivencia con unos pocos seres de tu misma especie. A eso debe serle añadida la circunstancia más angustiosa: no hay posibilidad de vuelta atrás, el viaje es sólo de ida. 
Este último detalle "sin importancia" convierte todas las condiciones mencionadas en permanentes hasta el final de tu vida. ¡Pero si hasta las personas con las que eliges voluntariamente convivir, y en condiciones infinitamente mejores, acaban resultando inaguantables tarde o temprano!.

Para definir lo que se necesita existe una palabra en psicología que encaja como un guante: resiliencia.
En realidad podrían emplearse otras de uso más mundano: locura, estupidez, insensatez, rareza, extravagancia, irracionalidad. O valentía, espíritu aventurero, capacidad de adaptación, amplitud de miras. Ya se sabe que todo es relativo...

No obstante, lo más interesante del proyecto es su financiación. Es lo que lo convierte, a la vez, en posible y en exasperante. Por múltiples motivos.

Resumiéndolo: los fondos se obtendrían en su mayor parte de los derechos televisivos de un reality show, a nivel mundial, que cubriría desde el proceso de selección hasta la vida en ambiente marciano. ¡Puaf!.
En realidad la idea es acojonante (perdón, pero es una palabra que hace doble justicia en este caso a lo que quiero expresar). ¡Si hasta yo acabaría entrando en ese juego mediático que quien me conoce ya sabe que detesto!. Ahora bien, visto desde el lado de los partícipes en esa aventura (y podéis dar por sentado que, en otra época y lugar, sería uno de esos locos voluntarios que ya se cuentan por decenas de miles) es lo que remata ya el asunto. De hecho, adelanto que las puntas share se van a corresponder con los suicidios de los ya marcianos de residencia.

En fin, que dice mucho de lo que somos como especie (si es que alguien aún no tiene claro lo que en realidad somos) que un logro tal como iniciar una colonización planetaria pueda fundamentarse en algo tan patético como un reality show. ¡Qué ironía más espectacular!.


El espacio: la última frontera.  Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise... 


Buenas noches desde Arcoíris.

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