Brillo
en su mirada, elegancia en su andar.
Sencillez
en su vestir, fuego en su cuerpo.
Corazones
rotos en su camino, sueños hechos jirones.
Todo
a su paso parecía revivir, para luego morir con premura...
Sin
maldad, con total naturalidad, sembrando dicha que luego otros recogerían como
dolor.
Nunca
fue su intención, no había nada de lo que culparse, pero eso no le hacía
sentirse mejor. Ni peor.
Aplomo
en su proceder, displicencia en su lengua.
Candidez
en sus ideas, pasión en sus actos.
Ilusiones
perdidas a su paso, esperanzas destruidas.
Todo
a su alrededor parecía renacer, para luego marchitarse con diligencia...
Sin animosidad,
con estudiada elegancia, plantando ternura que luego otros recogerían como
amargura.
Nunca
fue su decisión, no había nada de lo que avergonzarse, pero eso no le hacía
sentirse mejor. Ni peor.
Así era, así sería, hasta el final de sus días.
Buenas tardes desde Arcoíris.
Así era, así sería, hasta el final de sus días.
Buenas tardes desde Arcoíris.
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