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Perdido entre mis pensamientos,
oculto tras mi fortaleza, me pregunto a menudo sobre el devenir de los
acontecimientos.
Nada que no haga todo el mundo,
lo sé, pero a mí el mundo nunca me ha servido ni de referente ni de
contrapunto.
Es curioso como la edad cambia a
las personas, y no sólo en lo físico, obviamente.
De hecho, salvo por el difícilmente definible sentido de
identidad, podríamos considerarnos seres distintos de los que éramos, tanto a
nivel físico como mental.
Pocas células originales quedan entre los millones de millones de ellas que nos componen, y pocas ideas inalteradas desde que fueran forjadas en nuestro cerebro.
Pocas células originales quedan entre los millones de millones de ellas que nos componen, y pocas ideas inalteradas desde que fueran forjadas en nuestro cerebro.
Vivir es como morir y renacer una
y otra vez, de forma permanente, sin solución de continuidad, de forma tan
suave que no podemos percatarnos.
Resulta tentador caer en el puro
solipsismo y, más aún, dejarse llevar por la vorágine existencial.
Ojalá tuviéramos un interruptor
que nos permitiera desconectar nuestros pensamientos. Al más puro estilo de mi
querido androide Data.
La maldita mente humana es un
misterio.
Buenas noches desde Arcoíris.
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