Hace poco me comentaban la
iniciativa de una empresa holandesa para establecer una base permanente en
Marte. Suena a risa que alguien decida emprender una hazaña que ni siquiera
está aún al alcance de la NASA, pero la idiosincrasia humana da para mucho, y
no quiero adelantarme...
Pese a que los plazos que se han
establecido parecen poco realistas, lo que llama la atención son las
circunstancias que rodean al proyecto y sus implicaciones sociológicas.
Por un lado, tenemos un viaje de
muchos meses en condiciones de hacinamiento. Unas condiciones de vida en
ambiente hostil, bajo mínimos, con espacio infrarreducido, comida
desnaturalizada y, uf, en convivencia con unos pocos seres de tu misma especie.
A eso debe serle añadida la circunstancia más angustiosa: no hay posibilidad de
vuelta atrás, el viaje es sólo de ida.
Este último detalle "sin
importancia" convierte todas las condiciones mencionadas en permanentes
hasta el final de tu vida. ¡Pero si hasta las personas con las que eliges
voluntariamente convivir, y en condiciones infinitamente mejores, acaban
resultando inaguantables tarde o temprano!.
Para definir lo que se necesita
existe una palabra en psicología que encaja como un guante: resiliencia.
En realidad podrían emplearse
otras de uso más mundano: locura, estupidez, insensatez, rareza, extravagancia,
irracionalidad. O valentía, espíritu aventurero, capacidad de adaptación,
amplitud de miras. Ya se sabe que todo es relativo...
No obstante, lo más interesante
del proyecto es su financiación. Es lo que lo convierte, a la vez, en posible y
en exasperante. Por múltiples motivos.
Resumiéndolo: los fondos se
obtendrían en su mayor parte de los derechos televisivos de un reality show, a
nivel mundial, que cubriría desde el proceso de selección hasta la vida en
ambiente marciano. ¡Puaf!.
En realidad la idea es acojonante
(perdón, pero es una palabra que hace doble justicia en este caso a lo que
quiero expresar). ¡Si hasta yo acabaría entrando en ese juego mediático que
quien me conoce ya sabe que detesto!. Ahora bien, visto desde el lado de los
partícipes en esa aventura (y podéis dar por sentado que, en otra época y
lugar, sería uno de esos locos voluntarios que ya se cuentan por decenas de
miles) es lo que remata ya el asunto. De hecho, adelanto que las puntas share
se van a corresponder con los suicidios de los ya marcianos de residencia.
En fin, que dice mucho de lo que
somos como especie (si es que alguien aún no tiene claro lo que en realidad
somos) que un logro tal como iniciar una colonización planetaria pueda
fundamentarse en algo tan patético como un reality show. ¡Qué ironía más
espectacular!.
El espacio: la última frontera.
Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise...
Buenas noches desde Arcoíris.