viernes, 3 de agosto de 2012

Huelga



"Interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta".


Nuestra actitud (la de los trabajadores) ante una convocatoria de huelga dice mucho de lo que somos como especie.

Veamos algunas de las opciones:

1. Secundarla sin estar de acuerdo con el fondo o la forma.

No es algo habitual, pero se dan algunos casos. Aquí entrarían tanto los eternos revolucionarios, como los románticos o los idealistas.

Pocas objeciones por mi parte, siempre que no sea por disciplinas políticas o por hacer daño sin más (aquí también entrarían los puramente destructivos).

2. Secundarla estando de acuerdo con el fondo.

Aquí puede entrar cualquier tipo de persona reivindicativa o que necesita protestar ante una determinada situación laboral, en sentido amplio.

Postura totalmente legítima, razonable y entendible.

3. No secundarla por no estar de acuerdo con el fondo o con la forma (no es exactamente lo mismo, pero no voy a hacer una clasificación mas extensa).

Esta postura es tan legítima como la anterior.

Aquí pretenden entrar muchas personas que en realidad no son de este grupo. Algo tiene que ver que el beneficio laboral que pueda ser obtenido sea de aplicación a todos por igual.

 4. No secundarla aún estando de acuerdo con ella.

Aquí aparecen varios subgrupos, algunos de ellos muy interesantes:

4a. A los que verdaderamente les supone un grave problema económico el coste de la huelga.

Entendible.

Pocos casos verdaderos. Aquí pretender entrar una cantidad asombrosa de personas. Muchas de ellas incluso se autoengañan hasta el punto de que no ven una contradicción en "incluirse" en este grupo y luego salir a cenar, o ir al cine, o comprarse una tele, o irse de vacaciones...

4b. Algunos directivos.

Sí, no me he vuelto loco. Hay personal de dirección que tiene su corazoncito y que por razones múltiples no puede secundarla aunque esté de acuerdo con ella.

Entendible.

4c. Los egoístas, pero con dos cojones.

De nuevo tiene algo que ver el que no se conozca un solo caso de alguien que haya renunciado a los beneficios obtenidos por una movilización, suponiendo que esto sea siquiera posible.

Al menos dan la cara.

4d. El que no concibe oposición alguna a lo establecido.

Por convicción histórica, por su genotipo o por simple temor a las consecuencias. Los primeros tienden a la desaparición, los últimos no.

La ignorancia y el miedo se llevan bastante bien, pero siendo indeseables, no son especialmente detestables.

5. No secundarla, pero sin que se note.

Para este cada vez mayor subgrupo dejan de ser relevantes cosas como si se está de acuerdo o no con el motivo de la huelga o su planteamiento, o si hay problemas económicos verdaderos o cualquier otra justificación o argumento.
Son los que ese día concreto de huelga, o uno o dos días si se es algo más hábil, deciden coger unos días de vacaciones. Son los que se ponen, con mayor o menor descaro (porque hay que decírselo a alguien necesariamente) pero siempre en la sombra, un día de asuntos propios, de libre disposición, de asuntos personales, o cualquier otra denominación o semejanza con días de licencia con sueldo.

Esta es la opción que me resulta más deleznable. Sin duda el hecho de que, por razones obvias y respetables, no se hagan públicas estas situaciones ayuda a que esa oscuridad que todos tenemos en nuestro interior (como humanos que somos) se manifieste.


¡Ay si los jefes de recursos humanos hablaran...!. Cosas nos contarían que no creeríamos. 


Buenos días desde Arcoíris.

2 comentarios:

  1. Como es habitual en ti, curiosas y bien traídas reflexiones.

    Tu comentario final me ha recordado una enferdad, o síndrome, que se detectó de manera casual por un traumatismo craneoencefálico de un hombre ruso a principios del SXX; de cuyo resultado, el golpe, el hombre comenzó a hablar por los codos de manera inconexa, y deslabazada, pero sin parar y retrotrayéndose en el tiempo... Vamos, que lo contaba todo, todo, todo, sin ningún tipo de filtro...

    No me quiero ni imaginar lo que habría pasado si el hombre hubiese sido un Jefe de RRHH...

    Un abrazo,

    Rafa.

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    1. O un político, o tu amante, o tu confesor, o tu madre...

      Mejor no pensar en ello...

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