sábado, 11 de agosto de 2012

¿De qué están hechas las cosas? (I)



De materia, evidentemente.

¿Así de fácil?. Va a ser que no.

Para poder contestar con un mínimo de rigor a esta pregunta se ha de fijar una escala. Y es en los niveles últimos donde aparecen los problemas.

Uno de ellos es el empecinamiento de las partículas materiales en comportarse, según las circunstancias, bien como entes materiales propiamente dichos, bien como simples ondas. En realidad, si aceptamos una de las interpretaciones de la mecánica cuántica, de acuerdo al principio de complementariedad de Bohr, ambos caracteres, el corpuscular y el ondulatorio, son aspectos de una realidad superior que no pueden ser verificados simultáneamente.

Ello unido al hecho de que materia y energía son, de nuevo, y de acuerdo a lo postulado en la Teoría Especial de la Relatividad, distintas manifestaciones de una realidad superior, nos lleva  a pensar en un verdadero trastorno de identidad disociativo de lo que quiera que sea que están hechas las cosas.

Pero no contentos con estas dificultades, en un curioso (por lo aparentemente poco conseguido) afán de simplificar nuestra visión del mundo, los físicos sostienen que las fuerzas imperantes actualmente en el universo (que se  cuentan con los dedos de una mano) no son sino intercambios de partículas más o menos masivas (el  por qué algunas de estas partículas mediadoras poseen masa tiene mucho que ver con el famoso y ya excesivamente manido bosón de Higgs). Es el llamado Modelo Estandar de física de partículas.

Es evidente que, por muy cuidadoso que sea con los términos empleados, con este panorama caeré inevitablemente en alguna contradicción, aparente o incluso real, y, lo que es mucho peor, en alguna imprecisión imperdonable. Aún así voy a lanzarme un poco al vacio para rascar la irritada piel de este fantasmal mundo...


Buenas tardes desde Arcoíris.

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