lunes, 31 de diciembre de 2012

Y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas



La noche esconde los colores de la sinrazón y da misterio a aquello que brilla en el corazón.
Mientras consume tiempo de desesperación, hace soportable el desgaste de la ensoñación.

La definimos como "tiempo en que falta la claridad del día". La luz del sol siempre ha sido más agradecida que la de las estrellas, el amanecer más querido que el ocaso, pero es la noche la que despierta nuestros deseos, la que calma nuestro descontento, la que da paz a nuestro desasosiego.

La noche oculta las dudas de la pasión y alimenta las ansias de transformación.
Nubla el entendimiento y la visión, cerrando los ojos de la triste resignación.

De su mano van las expectativas y los desconciertos, los sueños y las desilusiones, las risas y las lágrimas.  Junto a ella caminan carroñeros de cariño y sedientos de oscuridad. Tras sus pasos van envidiosos de su encanto y celosos de su sabiduría.

Nunca será suficientemente añorada y siempre durará insuficientemente. Es su naturaleza.

No cambies, amiga mía.

Buenas noches desde Arcoíris, donde hay noche pero no fin de año.

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