La noche esconde los colores de la sinrazón y da misterio a
aquello que brilla en el corazón.
Mientras
consume tiempo de desesperación, hace soportable el desgaste de la ensoñación.
La definimos como "tiempo en que falta la claridad del
día". La luz del sol siempre ha sido más agradecida que la de las
estrellas, el amanecer más querido que el ocaso, pero es la noche la que
despierta nuestros deseos, la que calma nuestro descontento, la que da paz a
nuestro desasosiego.
La noche oculta las dudas de la pasión y alimenta las ansias
de transformación.
Nubla el entendimiento y la visión, cerrando los ojos de la
triste resignación.
De su mano van las expectativas y los desconciertos, los
sueños y las desilusiones, las risas y las lágrimas. Junto a ella caminan carroñeros de cariño y sedientos
de oscuridad. Tras sus pasos van envidiosos de su encanto y celosos de su
sabiduría.
Nunca será suficientemente añorada y siempre durará
insuficientemente. Es su naturaleza.
No cambies, amiga mía.
Buenas noches desde Arcoíris, donde hay noche pero no fin de
año.
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