lunes, 31 de diciembre de 2012

Y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas



La noche esconde los colores de la sinrazón y da misterio a aquello que brilla en el corazón.
Mientras consume tiempo de desesperación, hace soportable el desgaste de la ensoñación.

La definimos como "tiempo en que falta la claridad del día". La luz del sol siempre ha sido más agradecida que la de las estrellas, el amanecer más querido que el ocaso, pero es la noche la que despierta nuestros deseos, la que calma nuestro descontento, la que da paz a nuestro desasosiego.

La noche oculta las dudas de la pasión y alimenta las ansias de transformación.
Nubla el entendimiento y la visión, cerrando los ojos de la triste resignación.

De su mano van las expectativas y los desconciertos, los sueños y las desilusiones, las risas y las lágrimas.  Junto a ella caminan carroñeros de cariño y sedientos de oscuridad. Tras sus pasos van envidiosos de su encanto y celosos de su sabiduría.

Nunca será suficientemente añorada y siempre durará insuficientemente. Es su naturaleza.

No cambies, amiga mía.

Buenas noches desde Arcoíris, donde hay noche pero no fin de año.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Mi etéreo achatado



Recuerda, mi gaseoso Saturno, que tus bellos anillos no son tan únicos como se pensaba y que tus pretensiones de divo se han diluido hasta desvanecerse.

Tu nombre procede de la mitología romana, del padre de Júpiter, de Neptuno, de Plutón, de Ceres, de Vesta; todos ellos también ligados a objetos del sistema solar.

Como Júpiter, estás hecho principalmente de materia propia de una estrella, pero eres tan sutil que se repite hasta la saciedad que flotarías en un océano de agua, si es que podemos imaginar uno con el tamaño suficiente para semejante prueba.

Esa liviandad, tu rotación extremadamente rápida (con un día que dura apenas algo más de 10 horas) y tu, en proporción, baja gravedad, determinan que tu forma sea la menos esférica entre los planetas: estás visiblemente aplastado por los polos.

Tus satélites se cuentan por muchas decenas, pero tienes uno con tamaño planetario: Titán. Es un nombre que le hace justicia y, aunque es el segundo en tamaño en todo el sistema solar (Ganimedes de Júpiter es algo más grande), es el único que parece disponer de una atmósfera.

Pues bien,

¡Que sepas que te espío!. No me obnubilas, hermoso anillado.


Buenas tardes desde Arcoíris.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Mi raudo pequeñajo




Recuerda, mi menudo Mercurio, que tu proximidad al Sol no te confiere especial relevancia y que tus pretensiones de servirle hace tiempo que cayeron en el olvido.

Desde la defenestración de Plutón como planeta, posees la cuestionable distinción de ser el más pequeño. Tanto, que hay satélites que te humillan en tamaño.

Sin embargo, eres, desde siempre, el más rápido y de ahí heredas tu precioso nombre: del ágil heraldo de los dioses, del portador de las sandalias aladas.

No tienes hijos en el cielo que giren a tu alrededor, y la ausencia de una atmósfera que te proteja hace que tu superficie pase de un infierno ardiente a un infierno helado sin apenas solución de continuidad.

Tras el planeta que nos acoge, eres el más compacto entre los que se empeñan en girar alrededor de nuestra estrella.

Tu año es el más corto de todos (algo menos de 88 días terrestres) y, quién sabe si para compensar tu velocidad alrededor del astro rey, tu rotación es tan lenta que tardas casi dos de nuestros meses en mostrarle el mismo rostro.

Pues bien,

¡Que sepas que te controlo!. No me apabullas, primero de los errantes.


Buenos días desde Arcoíris.