viernes, 10 de junio de 2011

Otrora


Un día me levanté recordando como volaba en sueños.

Agitando los brazos. Ni muy fuerte, ni muy rápido, ni con mucha frecuencia.
Volando raso sobre el mar y entre los edificios de la ciudad.
Violando algunas leyes físicas, pero respetando muchas otras.
Con un limpio, elegante y calculado aterrizaje y un algo más complejo despegue.

Este sueño se repitió muchas veces, en su concepto y en mi recuerdo.
Aún persisten en mi memoria muchos detalles pero, sobre todo, recuerdo que aún eran más vívidos entonces.

No es el único sueño recurrente que he tenido, aunque no han sido muchos. Tampoco ha sido el único sueño que he recordado al despertar, y esos sí han sido muchos.

La cuestión es que, en algún momento, dejé de recordarlos, que no de tenerlos, pues eso se ha probado que es imposible de manera continuada.

Tal vez ya no necesite recordarlos, quizás ya no son dignos de ser recordados.

Alguien dijo una vez que el hombre cuerdo es el que mantiene al loco interior bajo llave. Lo que ya no está claro es si la cordura tiene tanto valor como se le supone.

Buenas días desde Arcoíris.

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