miércoles, 29 de junio de 2011

15M

Tiempo atrás había jurado que las alas de la ingenuidad no aligerarían su cargada espalda. Pero allí estaba, feliz, esperando que el ratoncito Pérez le recompensara por los dientes que había perdido. Poco importaba que la porra de un policía hubiera tenido algo que ver.

Llevaba ya varias semanas cazando gamusinos, sin mucho éxito pero con muchas ganas.

Sabía, como todos sabemos, que algo no va bien, y su recuperada inocencia le gritaba que no debía dejarse llevar.

No había conejos que perseguir, ni espejos que atravesar, pero no estaba solo. Aún quedaban idealistas, y también oportunistas e interesados. Estos últimos siempre estaban, en cualquier reunión humana lo están, pero a él no le importaba. Pescadores de ilusiones junto a cazadores de pescadores, supervivientes en el camino junto a muertos en vida.

Pero era feliz. Papa Nöel le traería muchos regalos y el mismísimo Dios le confirmaría su buen hacer.

No entendía porque le decían que estaba en la luna, si no se había movido de Sol. El era así. Y era feliz.

Ojalá fuese más contagioso y duradero pero, sobre todo, ojalá fuera posible.


Buenos días desde Arcoirís.

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