Recuerda, mi helado Urano, que aún siendo un gigante eres el
menos masivo entre ellos y que tus pretensiones de grandeza ya hace tiempo que se
desvanecieron.
Con nombre griego y romano a la vez, heredado del padre de Cronos
(Saturno) y abuelo de Zeus (Júpiter), te quedaste desde el principio más alejado del sol
que aquellos que llevan el nombre de tus descendientes mitológicos.
Tu símbolo astronómico (que no astrológico, ¡puaf!) parece
tener su origen en una especie de fusión de los de Marte, ♂ (aunque apuntando hacia arriba),
y el Sol, ☉,
en un intento quizás de atribuirle los poderes reinantes en el cielo a quien
mitológicamente lo personificaba.
En dos cosas eres diferente, y por ellas mantienes cierto
elitismo entre tus compañeros solares: eres el más frio, condenadamente frio, y
giras de costado. Si Venus muestra tozudez cuando gira en sentido contrario, tú
muestras extravagancia al girar tumbado.
Tu día es más corto que el terrestre (apenas pasa de 17
horas) y a cambio tu año es más largo que ochenta y cuatro de los nuestros.
Al menos dos docenas de satélites y algunos anillos completan
tu estampa. Tus lunas heredan nombres de las obras de Shakespeare y Pope, y eso
también te hace algo especial.
Pues bien,
¡Que sepas que te veo!. No me intimidas, peculiar planeta.
Buenas noches desde Arcoíris.