lunes, 13 de septiembre de 2010

Ad vítam aetérnam


Ya hace un año. A esta misma hora.

Se fue, aunque nunca se ha ido.

La vida tiene una difícil definición.



El recuerdo, los recuerdos, alargan la vida de una persona.
No los propios, que tienen un final puntual, los de los demás.

Podemos morir, pero no estar muertos. La muerte no es un estado.

El gran Epicuro, con el que comparto muchas más cosas que su visión de la muerte, decía:
"La muerte en nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llega ya no vivimos".


Mi anterior entrada hablaba de legados; el que ella me hizo va más allá de lo material.
Al menos tuve suerte de decírselo en vida. No siempre es posible hacerlo.

Este sms la hizo llorar:

Quien en tu vientre ha dormido, nunca perdido se ha sentido.
Quien de tus ideas ha bebido, las propias ha tenido.
Quien tu amor ha sentido, otro mejor no ha conocido.
Yo todo eso he hecho y, por ello madre, agradecido te estoy, de hecho.

Mi única disculpa a las lágrimas derramadas es el "quien bien te quiere te hará llorar".

Hay vacíos que no pueden llenarse con esperanzas.

Seguirás viva mientras yo lo esté, madre.


Tus cenizas reposan en la vía del tren, tal y como tu quisiste.
Junto a ellas, un trozo de mi corazón.

Buenos días desde Arcoiris.

No hay comentarios:

Publicar un comentario