
Dice uno de los libros de Mecánica de Fluidos que me toca desentrañar este año académico, que un fluido es una sustancia que se deforma continuamente cuando se somete a un esfuerzo cortante, sin importar qué pequeño sea ese esfuerzo.
Abordemos metafísicamente esta definición:
- Aristóteles entendía que la sustancia es lo que subyace bajo la realidad y para Descartes es algo característico de todo lo que existe y no necesita de otra cosa para existir. Fuera de ella no existe el ser.
Sin embargo, para Hume la idea de sustancia es un producto de la imaginación y Nietzsche considera que es un concepto errado pero útil para la vida.
Sea la sustancia algo real o un producto del magín, exista por si misma o sólo de manera conceptual, podemos aceptar que somos, o creemos ser, sustancia.
- Por otro lado, no parece difícil considerar que nuestra vida es, en sí misma, un esfuerzo permanente y muchas veces altamente cortante.
- Por último, también creo que estaríamos todos de acuerdo en que las vicisitudes con las que nos encontramos a lo largo de nuestra existencia nos van moldeando, deformando o, como diría Ortega y Gasset, "amueblando".
En base a lo expuesto, sólo podemos concluir que, metafísicamente hablando, no somos sino fluidos.
Aceptado esto, que no creo ni yo mismo, podríamos entrar a dilucidar qué clase de fluido somos:
- La Física nos dice que hay tres tipos de fluidos, a saber, los newtonianos, los no newtonianos y los ideales.
- Esta clasificación se fundamenta en una propiedad característica de los fluidos llamada viscosidad, que viene a ser el grado de oposición que presenta un fluido a deformarse tangencialmente. Si la viscosidad es constante en el tiempo estamos ante un fluido newtoniano, si varía (con la temperatura y con la presión mecánica) ante un fluido no newtoniano, y si no existe (en realidad si es despreciable) ante un fluido ideal.
De acuerdo a estos considerandos, creo que podríamos convenir que, de ser fluidos, debemos ser necesariamente fluidos no newtonianos, puesto que las deformaciones, incluso las tangenciales, que sufrimos a lo largo de nuestra vida no son siempre proporcionales al estímulo que las provoca y mucho menos aún, constantes en su valor.
Fluyamos pues, no newtonianamente, hasta que el valor de la entropía nos lo permita, o hasta que seamos tan estúpidos como para hacernos sólidos rígidos.
Buenas tardes desde Arcoíris.
Abordemos metafísicamente esta definición:
- Aristóteles entendía que la sustancia es lo que subyace bajo la realidad y para Descartes es algo característico de todo lo que existe y no necesita de otra cosa para existir. Fuera de ella no existe el ser.
Sin embargo, para Hume la idea de sustancia es un producto de la imaginación y Nietzsche considera que es un concepto errado pero útil para la vida.
Sea la sustancia algo real o un producto del magín, exista por si misma o sólo de manera conceptual, podemos aceptar que somos, o creemos ser, sustancia.
- Por otro lado, no parece difícil considerar que nuestra vida es, en sí misma, un esfuerzo permanente y muchas veces altamente cortante.
- Por último, también creo que estaríamos todos de acuerdo en que las vicisitudes con las que nos encontramos a lo largo de nuestra existencia nos van moldeando, deformando o, como diría Ortega y Gasset, "amueblando".
En base a lo expuesto, sólo podemos concluir que, metafísicamente hablando, no somos sino fluidos.
Aceptado esto, que no creo ni yo mismo, podríamos entrar a dilucidar qué clase de fluido somos:
- La Física nos dice que hay tres tipos de fluidos, a saber, los newtonianos, los no newtonianos y los ideales.
- Esta clasificación se fundamenta en una propiedad característica de los fluidos llamada viscosidad, que viene a ser el grado de oposición que presenta un fluido a deformarse tangencialmente. Si la viscosidad es constante en el tiempo estamos ante un fluido newtoniano, si varía (con la temperatura y con la presión mecánica) ante un fluido no newtoniano, y si no existe (en realidad si es despreciable) ante un fluido ideal.
De acuerdo a estos considerandos, creo que podríamos convenir que, de ser fluidos, debemos ser necesariamente fluidos no newtonianos, puesto que las deformaciones, incluso las tangenciales, que sufrimos a lo largo de nuestra vida no son siempre proporcionales al estímulo que las provoca y mucho menos aún, constantes en su valor.
Fluyamos pues, no newtonianamente, hasta que el valor de la entropía nos lo permita, o hasta que seamos tan estúpidos como para hacernos sólidos rígidos.
Buenas tardes desde Arcoíris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario