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¿Cándido hasta la memez o complejo hasta la estupidez?
Esta es la verdadera cuestión que plantea el ser humano, siendo que la consecuencia parece la misma.
Si nos observaran seres de otros mundos, lo que parece difícil si se acepta el hecho de que no escuchamos risas intergalácticas, esa sería su pregunta.
La especie humana, autoproclamada cumbre de la evolución y que, paradójicamente, o no tanto, lucha permanentemente contra su mecanismo básico, la selección natural, no parece ejercer con sensatez aquello que le hace creer en su superioridad: la inteligencia.
El ser o no ser de Hamlet es, a nivel individual, la pregunta que debiera hacerse la humanidad en su conjunto.
Lo irónico es que estamos respondiéndola sin planteárnosla.
Hemos escogido no ser.
Buenos días desde Arcoiris.