Aquí estamos otra vez.
Triste cita, penoso aniversario.
Puede parecer que este ejercicio anual, en cierto modo
cruel, es un intento de anclar el pasado. Que, además de ser vano y fútil,
impide pasar página y mirar al futuro a la cara, sin miedos ni remordimientos.
Tal vez tiene algo de eso, pero nada en este mundo es tan
sencillo como nos gustaría, ni tan simple como nos convendría que fuera. El
reduccionismo es una buena herramienta, pero, como bien sabe mi descendiente,
yo nunca pierdo contacto con el holismo.
En cualquier caso, sea una forma de autoinfligirse dolor, o
de mantener viva la llama de una consciencia ausente, lo cierto es que ya me
resulta difícil no escribir en un día como hoy algo que la devuelva fugazmente al mundo de los
vivos.
Decía Platón que cuando la muerte se precipita sobre el
hombre, la parte mortal se extingue, pero la parte inmortal se aparta sana y a salvo.
Yo desde luego no lo creo, pero seguramente ella sí lo creía.
Al viento, y al mundo, le digo, que no la hemos olvidado.
Buenas tardes desde Arcoíris.