jueves, 13 de septiembre de 2018

Aflicción



De nuevo, septiembre. Otro año más...

Es extraño como discurre el tiempo en nuestra cabeza.

A veces, casi siempre de hecho, vivimos como si fuera algo de lo que disponemos, sin reservas, a largo plazo. Su transcurrir solo nos incomoda en el día a día, a corto plazo.

Una veces pasa con asombrosa lentitud y otras se nos escurre inmisericorde.

Las efemérides de nuestra vida nos hacen detenernos un momento y ser más conscientes del paso del tiempo. Las buenas y las malas, sin distinción.

Hoy es un día de esos para mí. Me devuelve a la realidad de mi propia mortalidad y me coloca directamente en el punto de mira de mis más oscuros pensamientos.

No quiero que este blog se convierta en un pozo de tristeza, ni de catarsis personal, pero si no me obligo a escribir más, y sólo lo hago en estas fechas, es exactamente lo que acabará pareciendo...

Este año dejaré que palabras mucho más elogiables que las mías se expresen por mí:

Fragmento de "A mi madre", 1863, Rosalía de Castro
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Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.

En su regazo amoroso,
soñaba... ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.

Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.

Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.

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Esos ecos de tristes campanas que menciona Rosalía aún resuenan en mi cabeza, como si el tiempo no hubiera pasado, como si no fuera a pasar nunca.

Buenos días desde Arcoíris.