Sumergido en el hoy, apenas
vislumbro el pasado. El mañana, en cambio, me amenaza con displicencia.
Uno se acostumbra al día a día
hasta que lo banal se hace natural, hasta que la pasión por lo sentido sucumbe
ante la serenidad de lo vivido.
Quizás no es la muerte en vida
como algunos pretenden. Tal vez es solo que el fuego interior se reconvierte en
energías más inspiradoras.
O puede tratarse de algo más básico: simple miedo. Miedo al peligro, al riesgo que en otro tiempo fue nuestro
amigo.
El error, fuente de mejora
permanente, se evita a toda costa. Es la mal entendida sabiduría de la
experiencia.
A veces creo que sería mejor una
vida a lo Benjamin Button.
O a lo Birdy.
Como ya hace algún tiempo le dije
a una buena amiga: la vida se nos escurre entre las pobres excusas del pasado y
las vanas promesas del futuro.
Si lo miro con perspectiva, es
algo que siempre he sabido y sobre lo que, aún con ese conocimiento, no he
hecho nada verdaderamente relevante.
Viviré, y moriré, con ello.
Buenas noches desde Arcoíris.