jueves, 3 de abril de 2014

Ver


 

Hace tres semanas tuve la oportunidad de observar un par de cuásares, en directo y por vía telemática, gracias a un proyecto de colaboración entre la NASA y el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial).

Con la ayuda de un astrónomo de apoyo y de un radiotelescopio cedido por la NASA hicimos durante unas horas unas mediciones de la radiación electromagnética de estos misteriosos objetos lejanos. Será probablemente  lo más "lejos" que podré "ver" nunca.

Ya sé que a mucha gente este tipo de cosas le parecerán chorradas irrelevantes, pero a mí siempre me ha llamado la atención lo que está en el límite de nuestra observación.

El año pasado se me permitió observar, entre otras cosas interesantes, una aniquilación partícula-antipartícula. Será probablemente lo mas "cerca" que podré "ver" nunca.

El ser humano se empeña en "ver" las cosas que, por su naturaleza, le están vedadas de forma natural. Somos ciegos que no se contentan con su limitación.

Me acerco a los temidos 50 y, además de ver lo más lejos y lo más cerca que podré ver nunca, también he estado lo más alto y he ido lo más rápido que estaré e iré nunca. No sé si eso es para estar alegre o triste, pero yo nunca he llevado muy bien lo de la alegría...

Mi madre siempre decía que fui un viejo desde niño. Lo decía por lo positivo que pudiera haber en ello, pero probablemente es aplicable de forma más general.

En todo caso, lo que vive nuestro cuerpo físico (estrictamente hablando) no es lo único que vivimos.


Buenas noches desde Arcoíris.