Hace tres semanas tuve la
oportunidad de observar un par de cuásares, en directo y por vía telemática, gracias a un proyecto de colaboración entre la NASA y el INTA (Instituto
Nacional de Técnica Aeroespacial).
Con la ayuda de un astrónomo de
apoyo y de un radiotelescopio cedido por la NASA hicimos durante unas horas
unas mediciones de la radiación electromagnética de estos misteriosos objetos
lejanos. Será probablemente lo más
"lejos" que podré "ver" nunca.
Ya sé que a mucha gente este tipo
de cosas le parecerán chorradas irrelevantes, pero a mí siempre me ha llamado
la atención lo que está en el límite de nuestra observación.
El año pasado se me permitió
observar, entre otras cosas interesantes, una aniquilación
partícula-antipartícula. Será probablemente lo mas "cerca" que podré "ver"
nunca.
El ser humano se empeña en
"ver" las cosas que, por su naturaleza, le están vedadas de forma
natural. Somos ciegos que no se contentan con su limitación.
Me acerco a los temidos 50 y,
además de ver lo más lejos y lo más cerca que podré ver nunca, también he
estado lo más alto y he ido lo más rápido que estaré e iré nunca. No sé si eso
es para estar alegre o triste, pero yo nunca he llevado muy bien lo de la alegría...
Mi madre siempre decía que fui un
viejo desde niño. Lo decía por lo positivo que pudiera haber en ello, pero
probablemente es aplicable de forma más general.
En todo caso, lo que vive nuestro
cuerpo físico (estrictamente hablando) no es lo único que vivimos.
Buenas noches desde Arcoíris.