sábado, 8 de marzo de 2014

¿De qué están hechas las cosas? (VIII)



Y la última en nuestra lista: el BOSÓN DE HIGGS:

La tan buscada partícula.

La partícula que popularmente se conoce como la "partícula de Dios" (por culpa de un premio Nobel, o de su editor según otros, que acuñó el término, con muy poco acierto en mi opinión) y que prácticamente ningún físico llama así.

Sin espín, sin carga eléctrica ni de color,  esta esquiva entidad desempeña un papel no tan determinante en sí mismo como por sus implicaciones teóricas. Lo verdaderamente relevante es su conexión con el llamado Mecanismo de Higgs, al que da respaldo con su existencia.

El Modelo Estándar (probablemente el mayor constructo de la mente humana hasta el momento) nos dice que, a energías suficientemente elevadas, las interacciones se vuelven una sola, haciendo indistinguibles a sus partículas mediadoras (los bosones gauge que ya hemos visto). Esto no es sólo una cuestión teórica, sino que tiene fundamento experimentalmente comprobado (la interacción electromagnética y la interacción débil requieren, para "fusionarse", energías que hace tiempo que somos capaces de conseguir).

Sin embargo, esta cuestión exige que todas las partículas transmisoras tengan masa en reposo nula (la masa en reposo de una partícula sería la que mediría un observador si la partícula estuviera quieta respecto a él), y ya hemos visto que aunque el fotón sí lo cumple, no es el caso de los bosones W y Z responsables de la fuerza débil.

Visto de una manera más burda: ¿cómo se explica que en los momentos iniciales del universo en los que las "fuerzas" se separaron rompiendo la simetría (en el caso en que me estoy centrando se llama a esto ruptura electrodébil), unas partículas adquirieran esa masa y otras no?. Esto es lo que justifica el mencionado mecanismo. Veamos, muy por encima, cómo lo consigue:

Supongamos un campo (cómo el electromágnetico o el gravitatorio) que abarque el universo en su totalidad. En este sentido la idea es similar al abandonado concepto de "eter", que intentaba justificar la inexistencia del vacío para explicar así cómo era posible que la luz se desplazara sin un medio físico.

Este campo de Higgs (tanto el bosón, como el mecanismo, como el campo, deberían tener un nombre mucho más largo, pues la contribución de Higgs no fue única ni mucho menos) sería un campo escalar (asocia un valor concreto de una magnitud, que es escalar, a cada punto del espacio) que inundaría todo y que no se vería afectado por las condiciones de movimiento del observador (invariante relativista) ni por la propia expansión del universo. El mero concepto de campo ya es difícil de digerir, pero no voy a introducir más digresiones en esta entrada.

Pues bien, ahora imaginemos que este campo interactúa con todos los demás campos responsables de las interacciones existentes.

Como campo que es, la cuántica le asocia una partícula, nuestro famoso bosón de Higgs (H0), que se manifiesta como una vibración del mismo (así es para todas las partículas). 

La interacción de las partículas mediadoras (en realidad de cualquier partícula elemental, incluido el propio bosón de Higgs) con el campo de Higss determina la adquisición de mayor o menor masa en reposo (obviaremos el cómo, aunque hay muchas analogías interesantes). Así, el fotón "pasa" de largo a sus anchas, mientras que los bosones W y Z "engordan" miserablemente.

Una vez desprestigiado el valor intrínseco del bosón de Higgs, en favor de lo verdaderamente importante, que es el mecanismo y el campo de Higgs, también debo dejar claro que la masa principal del universo "conocido" (que ya he comentado en otras entradas que, además, es ridículamente pequeña en comparación con la del universo "desconocido") no es fruto de este mecanismo, sino que tiene que ver con la equivalencia masa-energía de los enlaces entre partículas. Así, decir que debemos la existencia de la masa al bosón de Higgs es ridículo en más de un sentido.

Con esta última entrada, a la que acompaño un diagrama ya completo (incluidas las antipartículas elementales), damos por terminado este largo, tedioso y simplista paseo por el universo subnuclear elemental.


Buenas tardes desde Arcoíris.

viernes, 7 de marzo de 2014

Enigma


 

Enséñame lo que ocultas bajo esa máscara, déjame ver los colores de tu sinrazón.

En tus ojos solo veo espejismos, nada que me dé pistas de tu verdadero ser.

Tu piel muestra el paso de los años, pero son años vacios a mi entendimiento.

Eres mi antítesis, tal vez mi complemento, pero no pareces real, te difuminas cada vez que intento dibujar tu contorno...

No juegues más conmigo, es un juego que no entiendo.

Sólo déjame abrazarte una vez más.


Buenas tardes desde Arcoíris.