Tiemblo cuando me castigas con tu desdén, vibro cuando pareces prestarme tu atención.
Ni soles ni infiernos pueden competir con tu calor.
Mi pasión es fruto de tu displicencia, mi deseo lo origina tu controlada arrogancia.
En mis sueños tu esplendor muestras y, a la vez, distante ante mí apareces.
Ábreme las puertas de tu grandeza y feliz seré por siempre, oh diosa del conocimiento.
Ni soles ni infiernos pueden competir con tu calor.
Mi pasión es fruto de tu displicencia, mi deseo lo origina tu controlada arrogancia.
En mis sueños tu esplendor muestras y, a la vez, distante ante mí apareces.
Ábreme las puertas de tu grandeza y feliz seré por siempre, oh diosa del conocimiento.
Ab imo pectore.
Buenas tardes desde Arcoíris.