martes, 22 de febrero de 2011

Frikilandia

Brillando como el anillo único, y risueño como el Joker, caminaba dejando una estela plateada a su paso.

Canturreaba en klingon y daba el saludo vulcaniano a todo el que se ponía a su alcance.

Desde que había cruzado el Stargate, allá en la base Alfa, no había vuelto a tener problemas con el Imperio Galáctico.


Atrás quedaban su adicción al soma y al soylent green, sus conflictos con los cylons y los insufribles encantos de Catwoman.

Ardía en deseos de decirle a Superman que así cualquiera, y de comprobar cuanta silicona había en el pecho de la recatada Mujer Maravilla, pero estaba más allá de sus posibilidades.

Tal vez su efímera fama le permitiera una conversación con HAL9000, pero definitivamente los titerotes de Pierson estaban fuera de su alcance y, aparte de ellos, sólo el mismísimo Ender sería capaz de satisfacer su crecido ego.

Se lo merecía. No todos los muggles podían vanagloriarse de haberle tocado las pelotas a Galactus. Había salvado Arrakis y hasta el propio Thor le había felicitado por ello.

Los psicohistoriadores hablarían de él mucho después de que sus huesos reposaran junto a la tumba de Algernon.

Era feliz.

Lástima que pronto se haría de día y todo desaparecería.

Frikilandia no es Arcoíris.


Buenas noches desde Arcoíris.